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Éstos son las bases del Aikidô. Movimientos que unen el ser con la gran naturaleza, toda ella entregada por Suratahiko-no-O-Kami. Aikidô es Misogi, purificación de nosotros mismos. Es la vía misma del Misogi, para llegar a ser Suratahiko-no-O-Kami y ponernos de pie en el puente que une el cielo y la tierra, Ame-no-Ukihashi. En otras palabras, las herramientas del Misogi es Aiki, la forma para unir cielo y tierra, el camino a la paz mundial, para perfeccionar nuestra humanidad, el camino del Kami, la vía del universo.

AIKIDÔ KAISO UESHIBA MORIHEI SENSEI

Aikidô nace en la decada del 40 en la pequeña localidad de Iwama, en la prefectura de Ibaraki al norte de Tokio. Su Fundador es el Maestro UESHIBA MORIHEI, quien realiza una síntesis de todos sus estudios marciales para dar forma a la vía que estudiaría el AIKI exclusivamente: el Aikidô.

 

Las técnicas del Aikidô se entrenan frente a ataques reales y sinceros resultando en aplicaciones con mucha rigurosidad. Esta es la forma en que el Fundador trabajaba su arte.  Aunque sin intención violenta, las técnicas son aplicadas con firmeza. Dando gran énfasis al concepto de RIAI, literalmente "armonía de principios", entre las técnicas corporales y con armas. Este concepto es único dentro de la visión del Fundador del arte, quien pasó  más de 20 años desarrollando su estudio personal en el uso del Ken y el Jo del Aiki, durante los años venideros a la post-guerra.

En la visión del Fundador, Aikidô no se concibe sin la presencia del KAMI y es un vehículo que busca el MISOGI (purificación) en sus practicantes. Por este motivo, cada entrenamiento comienza y termina con la limpieza del lugar de práctica, junto a el canto de mantras que nos ayudan a prepararnos para la práctica venidera.

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